¿A quién le importan los retretes?

Es una buena pregunta para cualquier día, pero hoy toca hacérsela más que nunca: el 19 de noviembre es el Día Mundial del Saneamiento, una de esas fechas que están en el calendario para recordarnos la importancia de cosas que no deberíamos tener que recordar…
 
¿A quién le importan los retretes? Sin duda a Rosa Timane, una mujer que vive en Ilha Josinha, una de las zonas en las que trabajamos en el sur de Mozambique. Para ella, nos cuenta, poder usar un baño mejorado evita que se contagien en la comunidad enfermedades como el cólera o la malaria.
 
Como nos recuerda (una vez más) Naciones Unidas, a nadie le importan más los retretes que a las 3.600 millones de personas que carecen en el mundo de uno que funcione correctamente. Para ellas, que son casi la mitad de la humanidad, tener o no tener un retrete es cuestión de salud o enfermedad, de vida o muerte.  
 
Por eso el saneamiento es una de las mejores inversiones posibles: por cada dólar gastado en saneamiento básico se estima que se recuperan hasta 5 dólares a través del ahorro sanitario, la productividad y los empleos generados para su gestión.   
 
Sin embargo, estamos muy lejos de alcanzar el acceso universal al saneamiento seguro en 2030. Según la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, necesitamos multiplicar por cuatro el ritmo de progreso actual para lograrlo, y por quince en los países más pobres del mundo.
 
¿Cómo es posible que vayamos tan despacio, si es algo tan importante para miles de millones de personas y si es tan rentable? Otra buena pregunta para este Día Mundial del Saneamiento, cuya respuesta probablemente tenga que ver con las dificultades que tiene Rosa, y como ella la mayoría de esos 3.600 millones de personas que no cuentan con un retrete adecuado, para que sus derechos, sus prioridades y sus voces sean tenidas en cuenta.  
 
Valoremos los retretes. Escuchemos a Rosa. Invirtamos en lo importante.

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