África sin luz, aún

Leopoldo Antolín y Alberto Guijarro, Área de Energía de ONGAWA

Naciones Unidas ha establecido el período 2014 – 2024 como la década de la energía sostenible para todos. Puede ser una oportunidad de oro para conseguir el desarrollo energético que necesita África para salir de la pobreza que viene padeciendo históricamente. Según palabras recientes del Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon la Energía es el hilo de oro que une el crecimiento económico, la equidad social y un medio ambiente sano. El desarrollo sostenible no es posible sin energía sostenible.

Sin embargo, todavía más del 60% de la población africana no tiene acceso a la energía eléctrica, la mayor parte de la cual se encuentra en las zonas rurales del continente.

Energía

El consumo de energía eléctrica por habitante en los países más pobres se sitúa en torno a 0.22 kWh / día, mientras que en los países industrializados el consumo es más de 100 veces superior. A este respecto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera que para alcanzar una vida digna es preciso un consumo mínimo de 0.5 kWh / día de electricidad por habitante.

La relación entre energía y pobreza se hace evidente en África. Según el Informe de Desarrollo Humano de 2013 del PNUD, 17 de los 20 países del mundo con menor consumo eléctrico por habitante pertenecen al continente africano y ninguno llega a los 0,18 kWh / día, mientras que 19 de los 20 países con menor Índice de Desarrollo Humano (IDH) son africanos.

Siempre se puede pensar que favorecer el acceso a la energía del continente africano y, en general, de las 1.300 millones de personas sin acceso a la electricidad en el mundo, es una utopía a corto y medio plazo. Sin embargo, según la Agencia Internacional de la Energía, con sólo el 3% adicional de las inversiones mundiales previstas en energía hasta 2030 se alcanzaría el acceso universal a la energía en ese año. Eso sí, para que la energía contribuya eficazmente al desarrollo humano de forma sostenible, su promoción debería centrarse de forma prioritaria en los usos domésticos, sociales y productivos para la generación de ingresos de los colectivos más vulnerables, que son los que mayor efecto tienen sobre las condiciones básicas de vida de las personas:

  • Hogares: iluminación, energía para calentar la vivienda y preparar la comida.
  • Salud: iluminación de centros, refrigeración de vacunas y medicamentos, equipamiento sanitario eléctrico, telemedicina,…
  • Educación y formación: iluminación de centros, electrificación para el uso de ordenadores, proyectores, videos o acceso a Internet.
  • Comunicación: telefonía fija y móvil, radio, televisión, acceso a Internet,…
  • Bombeo de agua: suministro de agua para consumo humano, agricultura, ganadería y otras actividades productivas.
  • Actividades productivas: energía para pequeñas agroindustrias, talleres, artesanía,…
  • Otros, como electrificación de instituciones públicas, puntos de carga de baterías, etc.

Además, las acciones para resolver la carestía energética deben ser apropiadas a las características específicas de cada zona. La mayor parte de la población sin acceso a la energía en África se encuentra en el ámbito rural y, en gran parte de los casos, la extensión de la red eléctrica no se puede acometer por motivos económicos o técnicos, al menos a corto y medio plazo. Las soluciones a base de generadores diesel, ampliamente utilizadas hasta ahora, están siendo desplazadas por energías renovables, o por sistemas híbridos de estas y otras fuentes de energía. Las renovables se han revelado como un medio extraordinariamente efectivo para la electrificación, especialmente, como ya se ha dicho, en zonas rurales alejadas de la red eléctrica nacional.

Las ventajas principales de las energías renovables, aplicables totalmente al entorno africano son diversas: fuentes de energía fácilmente accesibles y a coste reducido o sin coste de combustible; proyectos modulares, ajustables al entorno familiar o comunitario y escalables; tecnología y mantenimiento relativamente sencillos; bajo o nulo impacto ambiental sobre el cambio climático. Hay que tener presente, además, el enorme potencial que tiene África respecto a las energías renovables, en concreto:

  • La energía solar, al encontrarse en el llamado “cinturón del sol”, franja comprendida entre los paralelos 35º N y 35º S.
  • La energía hidráulica, sobre todo en África ecuatorial, debido a la extensa red de ríos permanentes.
  • Le energía eólica, que ya ha empezado a desarrollarse en áreas al Norte y el Sur del continente.

En la actualidad, uno de los retos del desarrollo energético de África en el ámbito rural, además de la producción de energía eléctrica, está relacionado con el consumo de biomasa, especialmente leña, de donde procede el 56% de la energía consumida en este continente. A este respecto, cobra especial relevancia el uso de las llamadas “cocinas mejoradas” o cocinas eficientes como sustitutos del fuego abierto o de “tres piedras” que llena de humo la vivienda y provoca en todo el mundo 4,3 millones de muertes prematuras al año debido a enfermedades respiratorias, más que la malaria o la tuberculosis. La instalación de cocinas mejoradas tiene un gran impacto en la mejora de la salud de las familias al extraer mediante una chimenea el humo de las viviendas. Otra gran ventaja se produce al reducirse significativamente el consumo de leña (entre el 40 y 70%, dependiendo del tipo de cocina), lo que evita la deforestación y reduce los largos desplazamientos de mujeres y niños para su recolección

Por todo lo expuesto anteriormente, se puede afirmar que el acceso a la energía es uno de los grandes retos a los que se enfrenta el continente africano en las próximas décadas, por lo que debe incorporarse en la agenda de desarrollo post 2015 que se está definiendo en la actualidad.

África constituye uno de los principales frentes en la lucha contra la pobreza, y para su solución es preciso tener en cuenta que sin energía no hay salud, ni educación, ni ingresos. Sin energía no hay desarrollo.

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