
Derecho al Agua: ellas hacen la diferencia en el Corredor Seco
Un grupo de mujeres conversa en un porche al caer la tarde. Desde lejos podría parecer una charla entre vecinas mientras los niños pululan a su alrededor, pero están hablando de uno de los asuntos que más preocupan a su comunidad: el agua. Estamos en Los Encuentros, una pequeña población rural en la que viven 1.500 personas, en pleno Corredor Seco nicaragüense.
Todas forman parte de la Junta Directiva – formada por seis mujeres y un hombre – del Comité de Agua Potable y Saneamiento, la institución comunitaria que se encarga de la gestión y el abastecimiento de agua a sus habitantes. Y son responsables además de algunos de los cambios que han mejorado significativamente esta gestión en los últimos meses.
El Corredor Seco es una región especialmente afectada por sequías periódicas, que el cambio climático vuelve cada vez más frecuentes e intensas. Hace dos años el sistema de agua por bombeo eléctrico que abastecía Los Encuentros dejo de funcionar: la comunidad no podía hacer frente a la factura eléctrica y el bombeo se detuvo. La actividad del Comité de Agua se fue deteriorando, y con ella las posibilidades de la comunidad de afrontar con solvencia la solución del problema del agua. Tras dos intentos de rehabilitación del sistema de agua fracasados, se acumulaba una deuda de más de dos mil dólares y la Junta Directiva del Comité llevaba un año sin reunirse ni rendir cuentas a sus vecinos.
El panorama cambia cuando arranca la ejecución del proyecto “Fortalecimiento Municipal para la promoción de los Derechos Humanos al Saneamiento en los municipios de Yalagüina y San Lucas”, liderado por ONGAWA con la financiación del Ayuntamiento de Madrid y la colaboración de la organización local FIDER. El proyecto plantea acciones para mejorar el acceso a agua potable de unas 6.000 personas en 12 comunidades rurales situadas en estos dos municipios. Los Encuentros es una de ellas.
Entre las prioridades iniciales del proyecto estaban la sensibilización sobre igualdad de género y la puesta en marcha de un proceso de diagnóstico de la situación del derecho al agua, basado en la participación de la comunidad. Desde el principio las mujeres asumieron un papel protagonista para lograr que la comunidad se planteara la necesidad de buscar una salida al problema del agua: dedicaron mucho tiempo a hablar, a generar confianza e informar sobre las posibles soluciones disponibles.
El reto no era fácil y el proceso está lejos de cerrarse, pero siete meses después del inicio del proyecto el Comité de Agua Potable y Saneamiento de Los Encuentros funciona a pleno rendimiento: la Junta Directiva se reúne mensualmente y ya se han celebrado tres asambleas abiertas a toda la población. Los vecinos de la comunidad han contribuido económicamente en la medida de sus posibilidades para mejorar las finanzas del Comité, y se han implicado también en el diseño y la ejecución de las obras de mejora del sistema de agua que el proyecto apoya.

El papel de las mujeres en todo el proceso ha sido fundamental. No solo han liderado el fortalecimiento de la estructura y la función del Comité de Agua, sino que están en primera línea en la ejecución de las obras: de las doce cuadrillas de trabajo que participan en las obras de mejora del sistema ocho tienen mujeres al frente. Además, ha aumentado el reconocimiento de las tareas de apoyo y restauración que realizan y, sobretodo, se ha producido un empoderamiento personal en ellas que no tiene vuelta atrás.
Al igual que Los Encuentros, el trabajo del proyecto en doce comunidades de Yalagüina y San Lucas ha permitido que la participación de las mujeres en los órganos directivos de los Comités de Agua pase del 18% al 45%. La proporción de comités en la zona formados por al menos un 40% de mujeres ha pasado en estos meses del 23% al 82%. Reducir la brecha de género que afecta al derecho al agua es clave para asegurar la sostenibilidad del acceso al agua, pero sobre todo para cambiar el papel que juegan las mujeres. Ya no son solo las que encargan de recogerla y utilizarla en el trabajo doméstico, sino que ahora participan y deciden sobre la gestión del recurso.
La reunión para preparar la rendición de cuentas a la comunidad termina, y las mujeres de la Junta Directiva se levantan y guardan los papeles y carteles sobre los que han trabajado. Saben que están liderando un cambio que asegurará el ejercicio del derecho al agua a toda la comunidad. Y caminan orgullosas de vuelta a sus casas.