
¿Jengibre contra la pobreza?
Algo más de 30 personas se reúnen en la iglesia de Lugulu, una comunidad rural en el norte de Tanzania. Es temprano, y hombres y mujeres bostezan mientras esperan. Hoy no van a rezar: participan en el programa Farmers Fields Schools (FFS) y dedicarán esta mañana a uno de los talleres. Desde hace tres meses reciben formación para la mejora de sus prácticas agrícolas y la incorporación de nuevos cultivos como el jengibre. Además de clases teóricas como la que se imparte en la iglesia, aplican sus conocimientos sobre un terreno dispuesto para este fin, que funciona como parcela de aprendizaje en la que se prueban las mejoras técnicas y las nuevas semillas de jengibre.
Estas Escuelas de Campo forman parte del trabajo de ONGAWA en el entorno de la Reserva Natural de Chome, en el Distrito de Same. La zona se sitúa se sitúa en las montañas del Arco Oriental y Bosques Costeros de Kenia y Tanzania, una de las áreas de mayor biodiversidad del mundo. Sin embargo, las comunidades que viven junto a esta gran riqueza ecológica dependen de una economía precaria, basada en la agricultura de subsistencia y el sector informal, que mantiene en la pobreza a dos tercios de las familias.
Durante años el café fue la principal fuente de ingresos de la zona, pero el desmantelamiento del sistema de subvenciones y cooperativas y el desplome de los precios en los años ochenta forzó a la gente a buscar nuevos medios de vida. En poco tiempo la tala ilegal de madera de los bosques de Chome se convirtió en la principal fuente alternativa de ingresos, amenazando gravemente la sostenibilidad del ecosistema. Cuando en 2010 Chome fue declarado Reserva Natural, y la tala y otras actividades ilegales comenzaron a ser firmemente perseguidas y penalizadas, la tensión social no tardó en aparecer.
El cultivo de jengibre y su comercialización aparecen como una actividad económica alternativa que puede sustituir la explotación irregular de los recursos naturales y proporcionar una fuente sostenible de ingresos a las familias de la zona. Los alumnos del taller de Lugulu – hombres y mujeres de múltiples edades – coinciden en la expectativa de que los conocimientos y las tecnologías adquiridas les permitan incrementar sus ingresos familiares.
El proyecto de ONGAWA pretende dar respuesta a los principales obstáculos que encuentran los pequeños agricultores para desarrollar este negocio, resolviendo el falso dilema entre conservación de la naturaleza y generación de ingresos. De la mano de Faida Mali, socio local con una gran experiencia en la zona y en el sector, y con la colaboración del Distrito de Same, se trabaja en la mejora de las capacidades y conocimientos de los productores, implementando modelos organizativos innovadores y facilitando el acceso a los mercados.
Se trata de fortalecer el tejido productivo de la zona, cuenta Mama Joyce, técnica del equipo de ONGAWA en Tanzania y responsable de los talleres formativos, y esperamos conseguir que las comunidades generen ingresos suficientes para una vida digna sin perjudicar los valores naturales de su entorno.
El proyecto cuenta con el apoyo de Fundación La Caixa y mejorará la situación de pobreza y vulnerabilidad de más de 20.000 personas en 8 comunidades rurales de la zona de influencia de La Reserva Natural de Chome.