La amenaza de la falta de saneamiento
En toda sociedad existen temas tabú de los que casi nadie habla. Pero si hay uno que es común en la práctica totalidad de las culturas de todo el mundo, ése es sin duda el saneamiento, entendido como todo sistema que ayuda a separar los excrementos humanos del contacto con las personas.
Evacuar, hacer de vientre o hacer sus necesidades no se encuentran, indudablemente, entre los “trending topic” de las tertulias del café de media mañana o de la sobremesa. Pero todos y todas necesitamos ir al baño.
En un país como el nuestro pocas personas son conscientes de la importancia que tiene para la salud la invención de un aparato que forma parte de nuestra vida cotidiana: el inodoro.
Éste se ha convertido en muchas ocasiones en un producto de diseño, y casi nadie se repara en la importancia que tiene para reducir enfermedades.
Si hiciéramos una encuesta preguntando por las 5 causas principales de muerte infantil, seguramente la diarrea no sería una de ellas.
Para nosotros, ésta supone más una molestia que una enfermedad: en España, tener una diarrea suele conllevar estar unos días con dieta blanda y tomando bebidas con sales.
Sin embargo, en todo el mundo la diarrea, originada fundamentalmente por la falta de saneamiento, es la segunda causa de muerte infantil después de la neumonía, y causa más muertes de niños y niñas que el SIDA, la malaria y el sarampión juntos. Una cada 20 segundos.
Cada año, 60 millones de niños y niñas nacen en hogares sin acceso a saneamiento, lo que compromete su salud y dignidad, pero también su educación, al incrementarse las ausencias a la escuela por enfermedades diarreicas, los ingresos familiares debido a las bajas laborales y la disminución de la productividad, o su seguridad personal, al tener que hacer sus necesidades en el exterior en zonas en conflicto.
Algo tan imprescindible en nuestro entorno como un inodoro y otros sistemas de saneamiento más básicos están fuera del alcance de 2.500 millones de personas en todo el mundo.
Además, más de 1.000 millones tienen que hacer sus necesidades a diario al aire libre, al carecer de ningún sistema de saneamiento, con las consecuencias antes mencionadas. Esto está pasando en pleno siglo XXI, en la era de los smartphones y los trenes de alta velocidad.
El saneamiento está reconocido por Naciones Unidas como un derecho humano, y a pesar de ello la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionada con el mismo está muy lejos del objetivo perseguido en 2015, que es tan solo reducir a la mitad la proporción de personas con acceso a saneamiento básico.
Esta situación es inaceptable, y requiere de determinación para promover políticas e infraestructuras a nivel mundial coherentes con el derecho humano al saneamiento, destinando para ello los recursos necesarios.
La vida y la dignidad de millones de personas en todo el mundo está en juego.