
La sociedad civil llama a la acción global ante la crisis del agua
El agua es uno de los mayores problemas sociales y ecológicos del siglo XXI. Todavía más de 2.000 millones de personas beben agua contaminada. Y la mitad de la población mundial vive ya bajo la amenaza de la escasez hídrica, agravada por la crisis climática. Hacer realidad los derechos humanos al agua y al saneamiento y gestionar nuestros recursos hídricos de forma equitativa y sostenible son los principales desafíos que enfrentamos.
Los compromisos internacionales existen y son claros. Los derechos humanos al agua y al saneamiento han sido reconocidos por las Naciones Unidas desde 2010. Los Estados reiteraron su compromiso con el acceso universal al agua potable y el saneamiento y la gestión racional de los recursos hídricos, mediante la adopción del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 de la Agenda 2030. También se han comprometido con el Acuerdo Climático de París, las conferencias sobre biodiversidad y las conferencias regionales.
El Foro Mundial del Agua que se celebra estos días en Dakar es un paso clave hacia la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua en marzo de 2023, donde todos los estados se reunirán para buscar salidas a la crisis hídrica global. Se necesita un impulso político renovado y una movilización real de los Estados en torno a esos compromisos. Si los discursos no se traducen en acciones los objetivos internacionales compartidos son inalcanzables.
Por eso las organizaciones de la sociedad civil global, unidas en la coalición Efecto Mariposa, pedimos 5 cambios políticos concretos:

1. UNA VOLUNTAD POLÍTICA MÁS FUERTE
En la mayoría de nuestros países, la inacción y la falta de voluntad política nos ponen contra el muro. Sin embargo, el agua permea todos los aspectos de nuestra existencia: debe tener su lugar en el centro de las políticas públicas. Esperamos que los Estados adopten medidas que reflejen verdaderamente su voluntad de actuar.
2. FORTALECIMIENTO DE LA GOBERNANZA DEL AGUA
La débil gobernanza en el sector del agua, el saneamiento y la higiene (ASH) es un freno para el progreso. Los servicios de WASH y los recursos hídricos deben gestionarse con integridad, equidad y transparencia, involucrando a los ciudadanos y a todas las partes interesadas. La gobernanza del agua debe tener en cuenta las relaciones críticas entre el saneamiento, el agua, el clima, el medio ambiente, la salud, la alimentación, la agricultura, la energía, la equidad, etc.


3. PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LA CIUDADANÍA Y LA SOCIEDAD CIVIL
Con demasiada frecuencia, los ciudadanos no participan en el desarrollo y la implementación de políticas públicas relacionadas con el agua. Los obstáculos son múltiples: falta de voluntad política, marco institucional insuficiente o desfavorable, falta de espacios institucionalizados y eficaces para el diálogo, falta de intercambio de información, amenazas a los representantes de la sociedad civil, etc. Por el lado de las personas o de las organizaciones de la sociedad civil, la falta de recursos humanos y financieros las priva de mecanismos de coordinación adecuados para lograr una fuerte influencia en las decisiones
4. COMPROMISOS FINANCIEROS FIRMES Y TRANSPARENTES
El sector WASH está en gran medida subfinanciado: las inversiones anuales tendrían que triplicarse o cuadruplicarse para 2030 para lograr la cobertura universal de agua y saneamiento. La financiación existente a menudo está mal dirigida, ya que no llega a las poblaciones y áreas más vulnerables, mientras que el saneamiento y la higiene son dejados atrás por las inversiones nacionales e internacionales.


5. UN MARCO MULTILATERAL RENOVADO
No existe una política internacional «vinculante» de gestión del agua, aparte de las convenciones sobre aguas transfronterizas ratificadas por aproximadamente un tercio de los Estados. Sin embargo, se trata de una cuestión geopolítica importante y una cuestión de PAZ: dado que el agua no conoce fronteras, debe gestionarse de manera concertada y teniendo en cuenta el ciclo del agua. También hay un «vacío» dentro de las Naciones Unidas sobre este tema, ya que no existe un órgano intergubernamental en el que los Estados puedan debatir las medidas que se necesitan a nivel mundial para el agua.