
Pobreza y cambio climático: ¿qué significa adaptarse?
Hace tiempo que en los despachos de empresas, en los consejos de ministros y en las mesas de los grandes foros internacionales no hay dudas sobre la importancia de incorporar los impactos del cambio climático en cualquier estrategia a medio y largo plazo. Incluso los escenarios más optimistas apuntan a grandes alteraciones del funcionamiento de los ecosistemas y a la transformación de sectores económicos como el transporte, el turismo o la agricultura. Adaptación y resiliencia son trending topic en la conversación global sobre el futuro del planeta.
Sin embargo, las infografías mediáticas y las declaraciones políticas ocultan a veces el mapa de rostros y voces de quienes sufrirán esos impactos directamente en forma de hambre, enfermedades y pobreza extrema. Hablar de riesgos es hablar de vulnerabilidad, y son las personas pobres quienes menos recursos tienen para adaptarse y minimizar daños. En cualquiera de los escenarios climáticos posibles, campesinos, mujeres y niños de los países pobres serán los más perjudicados.
En ONGAWA trabajamos para que los más vulnerables dispongan de los recursos y las capacidades necesarias para adaptarse al cambio climático y afrontar con éxito sus impactos. Esto significa mejorar la gestión de los recursos naturales y la cuencas hidrográficas, proporcionar alternativas económicas en zonas rurales o asegurar el acceso a agua y saneamiento de las comunidades.
En Perú promovemos la conservación de los recursos naturales y la gestión integral de la cuenca hidrográfica que abastece de agua a 3.200 personas en la microcuenca de Manzanayocc, en Huancavelica, uno de los municipios más pobres del país. +
En Nicaragua mejoramos los sistemas productivos de los campesinos, aumentando su capacidad para adaptarse al cambio climático y contribuyendo a la gestión sostenible de los recursos naturales. La protección de fuentes de agua asegura el abastecimiento de 8.800 personas. +
En Tanzania trabajamos para aumentar y diversificar los ingresos y la resiliencia de 2.500 familias en 8 comunidades rurales de las montañas Asambara. Para ello fomentamos iniciativas económicas sostenibles y fortalecemos las capacidades de los gobiernos locales y regionales. +