Letrina en Tanzania

Saneamiento en África: un desafío global

Letrina en TanzaniaMª del Mar Rivero, Responsable de Agua y Saneamiento de ONGAWA.

Recientemente (el pasado mes de abril) se han publicado los datos actualizados sobre cobertura de agua y saneamiento en los países en desarrollo, que elabora la iniciativa JMP (Joint Monitoring Programme) liderada por UNICEF y OMS. Según este informe, 2.500 millones de personas aun no tienen acceso a una infraestructura básica de saneamiento, lo que supone el 36% de la población mundial. Aunque se han producido mejoras respecto a los datos recogidos en el informe anterior, el avance está siendo muy lento. Si se mantiene esta tendencia, no se alcanzará la meta fijada para el 2015 de reducir a la mitad la población mundial sin acceso a saneamiento mejorado, fijada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio por Naciones Unidas.

África sub-sahariana, junto con el sur de Asia, siguen siendo las regiones del mundo con menor cobertura de saneamiento, que no supera el 50% de su población. En estas regiones se concentran los países con mayores índices de desnutrición, pobreza, y mortalidad infantil. La mayor parte de las muertes de menores de 5 años están asociadas a casos de diarrea, directamente vinculados a prácticas higiénicas deficientes.

Dentro de lo que se denomina acceso a saneamiento no mejorado, se incluyen las infraestructuras compartidas por varias familias, instalaciones rudimentarias que no cumplen unas condiciones mínimas de higiene y la práctica de fecalismo a cielo abierto. Esta práctica, según el Informe del JMP, ha registrado una reducción importante a nivel mundial en los últimos años, pasando del 24% al 15% actual. Esto supone que aun alcanza a 1.040 millones de personas, en su gran en países en vías de desarrollo,  y principalmente en zonas rurales.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los últimos años, en África subsahariana el número de personas que realizan esta práctica sigue aumentando año tras año. En países como Angola o Etiopía, los porcentajes de fecalismo a cielo abierto alcanzan valores del 26% y el 45% respectivamente. En casos extremos como ocurre en Benin, se llega al 54% de la población.

El estado del saneamiento constituye un indicador muy evidente del desarrollo humano en una comunidad. La separación de los excrementos y las aguas residuales del contacto humano es determinante en la supervivencia infantil, de tal manera que garantizando el acceso de las comunidades a servicios de saneamiento y a la eliminación de defecación al aire libre puede reducir hasta en un tercio la mortalidad infantil. En definitiva, el saneamiento mejorado conlleva ventajas innegables para la salud pública, los medios de vida y la dignidad de las familias y las comunidades.

Es además una herramienta fundamental para avanzar en la igualdad de derechos, como en el caso del derecho a la educación, ya que la promoción de servicios seguros y privados en las escuelas, ayuda a las niñas a permanecer en la escuela. O en el caso de la igualdad de género, ya que una instalación segura de saneamiento puede mejorar la seguridad de las mujeres y niñas, que a menudo son víctimas cuando están solas al aire libre

Sin embargo, el problema del saneamiento ha estado relegado en la agenda de desarrollo de muchos países. Por lo general, no se ha reconocido como un problema en sí mismo y se ha reducido a un complemento de los proyectos de abastecimiento de agua, sin financiación específica ni políticas apropiadas.

El saneamiento es un problema de falta de inversiones, pero no exclusivamente. Muchas veces las soluciones de saneamiento diseñadas no se adaptan al contexto social y cultural ya que no incluyen la participación activa de la población, ni sus deseos ni necesidades. A esto se añade los problemas de percepción de una población que con frecuencia desconoce las ventajas del saneamiento, asociando la letrina a la concentración de malos olores,  presencia insectos transmisores de enfermedades, etc.

En las zonas rurales es necesario acompañar la promoción de infraestructuras apropiadas de saneamiento con un cambio de comportamiento y actitudes de la población, para asegurar tanto su uso como su mantenimiento. Esta transformación debe ser liderada por la propia comunidad aplicando estrategias adaptadas a su contexto particular, incentivando la demanda individual para conseguir un beneficio social.

Igualmente es imprescindible la implicación de las autoridades que deben asumir sus obligaciones en la promoción de este derecho humano, asegurando soluciones económicamente compatibles con la capacidad de pago de la población y medioambientalmente sostenibles.

Por su parte, el sector privado también juega un papel importante mediante su participación en la comercialización de soluciones técnicas y el desarrollo de una cadena de suministro que asegure que la gente tiene acceso a los productos adecuados a sus necesidades y sus recursos.

Se trata por tanto de un desafío que implica a multitud de actores: las autoridades de los países afectados, las agencias internacionales y los países donantes, las organizaciones no gubernamentales, las comunidades y finalmente las personas titulares del derecho a un saneamiento digno.

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