
Derecho al Agua: no podemos dejar a nadie atrás
No dejar a nadie atrás es el lema elegido este año por Naciones Unidas para el Día Mundial del Agua que se celebra el 22 de marzo. Es también el lema de la Agenda de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030), que incluye entre sus objetivos para 2030 el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos.
El agua es un derecho humano, y eso significa que todas las personas del mundo deben tenerlo garantizado, vivan donde vivan y sean quienes sean. Sin embargo los datos disponibles indican, no solo que estamos lejos de lograr el acceso universal, sino que también lo estamos de alcanzar ese objetivo en 2030. Todavía 2.100 millones de personas (casi un tercio de los habitantes del planeta) no cuentan con agua segura en sus hogares. La mayor parte de ellas se concentra en África Subsahariana y en Asia Central y Meridional, especialmente en sus zonas rurales. Y son además los colectivos más vulnerables (campesinos, indígenas y pobres) quienes sufren en mayor medida la vulneración de su derecho al agua.
Estas regiones y colectivos han quedado fuera del mapa de las inversiones realizadas por gobiernos e instituciones internacionales para extender el acceso al agua. No dejarles atrás exige cambiar las prioridades políticas y de inversión para situar en el centro los derechos de las personas más vulnerables del planeta: si se mantiene la tendencia actual, no solo quedaremos lejos del objetivo compartido del acceso universal para el año 2030 sino que aumentarán las brechas de desigualdad que afectan a los ingresos y al ejercicio de otros derechos como la salud o la alimentación.
El problema del agua es un reto político, y como tal debe ser abordado. Entre las claves para hacerlo pueden destacarse:
- Mejorar la información disponible sobre acceso al agua para identificar patrones de discriminación y visibilizar las desigualdades.
- Identificar los factores que causan las brechas de desigualdad y afrontarlos con medidas estructurales que aborden las relaciones de poder y prioricen a las personas y colectivos más vulnerables.
- Revisar el diseño y los procedimientos de prestación de servicios de agua, asegurando su calidad, disponibilidad, asequibilidad económica y aceptabilidad cultural.
- Mejorar la participación de estos colectivos en la toma de decisiones sobre agua, fortaleciendo sus capacidades para hacer valer sus derechos.
ONGAWA trabaja para mejorar la situación del derecho al agua en zonas rurales de Nicaragua, Mozambique, Guatemala, Tanzania y Senegal. Nuestros programas priorizan las zonas y colectivos más vulnerables y se basan en su empoderamiento, en el fortalecimiento de sus capacidades de gestión y en la incidencia sobre los gobiernos locales para que aseguren la sostenibilidad del servicio. Trabajamos además, junto a organizaciones de la sociedad civil del sur y del norte, para que el derecho al agua sea una prioridad de las agendas políticas nacionales y global.