
“Si le pongo la llave del agua en casa se volverá haragana”. Derecho al agua, género y cuidados
Artículo de Rosa Saénz, Julia del Teso y Paloma García-Moreno, de ONGAWA Ingeniería para el Desarrollo Humano, a propósito del Día de la Mujer.
Es que si le pongo la llave del agua dentro de casa se va a volver haragana y entonces ¿quién va a mirar las gallinas en el patio? ¿y quién va a regar las plantas ahí afuera?
Esta frase no es una broma, sino un testimonio directo recogido en una de las comunidades rurales de Yalí, en el Departamento de Jinotega, uno de los más pobres de Nicaragua. Refleja la realidad diaria de muchas mujeres en las zonas rurales de Nicaragua, y en otras muchas regiones del mundo. Hoy, Día de la Mujer Trabajadora, toca hacer visible el trabajo de las mujeres en el ámbito doméstico y concretamente su papel en la garantía del Derecho Humano al Agua.
Cuando hablamos de Derecho Humano al Agua hablamos del agua de uso doméstico: para lavar, cocinar, para la higiene, para beber, etc. Muchas veces hemos oído decir que por eso los proyectos de agua potable benefician especialmente a las mujeres, pero debemos tener cuidado con estas afirmaciones que podrían dar por hecho que deben perpetuarse esos roles. Las organizaciones de desarrollo debemos cuestionarnos cómo están asignados los trabajos del cuidado y cuál es la división sexual del trabajo en lo privado y en lo público.
Tradicionalmente los cuidados han estado en la esfera de lo privado, lo gratuito y lo invisible, y han sido asumidos obligatoriamente por las mujeres, mientras que la esfera de lo público ha estado tradicionalmente ocupada por los hombres. La presencia y la necesidad de los cuidados son tan grandes que pareciera que surgen por arte de magia.
La economía tradicional sólo reconoce el trabajo remunerado, y así la sociedad tiene difícil ver o reconocer el trabajo no remunerado de las mujeres. Son horas de trabajo invisible que benefician a toda la sociedad, delegando a las mujeres la responsabilidad del trabajo de los cuidados de la familia y el doméstico.
En los países en desarrollo, la posición de las mujeres (en general, no propietarias de vivienda ni de tierra) no permite que sean propietarias de las nuevas infraestructuras de agua potable, por lo que algunos proyectos, a pesar de estar diseñados para garantizar el derecho al agua, pueden contribuir a aumentar las diferencias de género en el control de los recursos. Existe un reparto de responsabilidades que establece que mientras el abastecimiento sea precario (lejano y de difícil acceso) sea “tareas de mujeres”, y cuando hay infraestructura e inversión sea “asunto de hombres”. Los programas de agua y saneamiento deben invertir en provocar cambios en esta situación para contribuir a disminuir las brechas entre hombres y mujeres.
Otro aspecto fundamental de un Derecho Humano es la participación. Las mujeres y los hombres de las comunidades rurales que participan en organizaciones comunitarias para la gestión del agua potable y saneamiento (CAPS en Nicaragua, WUAS en Tanzania, Juntas de Agua en Perúo CAS en Mozambique) son los corresponsables de garantizar el Derecho Humano al Agua y Saneamiento. A pesar de la responsabilidad que asumen estas instituciones, el horizonte de equidad de género aún está lejos de conseguirse en su funcionamiento: ¿Quién asume el trabajo doméstico de una mujer que está desempeñando un cargo público en un comité de agua? Normalmente otra mujer. Son muchos los cambios que todavía hay que realizar, tanto en lo público como en lo privado, para que la equidad de género sea una realidad.
Si queremos avanzar más en las posibilidades de cambio hacia un desarrollo humano y sostenible, hay que resaltar la equidad de género como parte de ese modelo de desarrollo al que queremos contribuir. En ese sentido el agua potable puede ser una puerta de entrada para conseguir mejoras en las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Los proyectos de agua y saneamiento son un instrumento con gran potencial para generar estos cambios. Por ello creemos que en cada etapa de la gestión del agua hay un espacio para promover la equidad de género, y tenemos margen para mejorar en la valoración social y económica del trabajo que realizan las mujeres antes, durante y después de la intervención. Proponemos algunos elementos clave en los que poner atención durante las diferentes etapas de un proyecto de agua:
- Incluir al hombre y a la mujer como representación de cada vivienda en la convocatoria de asambleas comunitarias que nombrarán los comités de gestión, y no utilizar el criterio de propiedad de la vivienda.
- Establecer mecanismos de paridad para las Juntas directivas estableciendo que ningún sexo supere el 60% de los cargos de poder.
- Reconocer el trabajo de las mujeres, tanto productivo como de cuidados, que a menudo queda invisibilizado como contribución a la construcción del sistema de agua. Las mujeres realizan tareas directamente en la ejecución de la obra (vigilancia, organización) que suelen ser consideradas de apoyo a la que desarrollan los hombres, como el abrir zanjas y acarrear materiales; también realizan tareas como llevar la comida y bebida a los hombres que están trabajando. Ambas tipos de trabajo contribuyen a que la obra sea ejecutada y deben ser reconocidos como aportes de las mujeres igual que se reconoce el aporte de los hombres. Una manera de visibilizarlo es registrar las horas dedicadas a este tipo de tareas, contabilizarlas y asignar un valor monetario al igual que se hace con las tareas de zanjeo cuando se quiere registrar el aporte comunitario.
Los cambios en el reconocimiento y el valor social del trabajo de las mujeres necesitan gestos como éstos y mucho más. Para que estos cambios de verdad sucedan, debe ir cambiando el poder que se ejerce sobre las mujeres. Poder sobre sí mismas, poder ejercido como grupo, y poder para contribuir a una sociedad equitativa: a esta adquisición de poder la llamamos empoderamiento y es en sí mismo un objetivo de desarrollo. Y cómo decíamos, el agua también puede ser un instrumento para una mejora en nuestra civilización desde el punto de vista de la equidad.